miércoles, 1 de octubre de 2008

Transtorno tripolar.

Mucha gente habrá escuchado (Bueno, menos los sordos) hablar del transtorno bipolar(Sobre todo los que están al lado tuyo, so brasa), que es cuando un individuo oscila entre la depresión y la euforia de forma muy marcada y casi sin término medio. Bueno, no soy psicólogo (Se te nota), ni psiquiatra(Pero seguro que porque no te lo propusiste, ¿verdad?) pero supongo que más o menos os podéis hacer una idea en el afortunado caso de que no hayáis tratado con alguien así.
Pues bueno, en una jornada de autoanálisis me he dado cuenta de que sufro trastorno tripolar(A ti lo que te pasa es que o eres tonto o tienes mucho tiempo libre), además sé quién tiene la culpa, como de casi todo, la culpa es la tele (Bueno, eso y el que te hayas pasado mucho tiempo viéndola en vez de estar corriendo por el campo entre las flores). Cuando voy por la calle y miro algo, puede que no pase nada, pero a veces, saltan unas vocecitas dentro de mí, que podríamos confundir con el típico angelito o diablito de los dibujos animados pero que no me dicen lo que tengo que hacer (Menos mal, porque entonces sería un psicótico) (Dame tiempo...)
En mi caso, en particular yo los veo como un hippie muy inocentón que ama a todo el mundo de forma patológica (Uy, como se me parece ese señor), y un neoconsevador sin escrúpulos, conciencia (¿Hay alguno con?) y muy mala leche (Me ha clavado el hijo puta). Pues esos otros dos dobleces de mi personalidad, aparte de mi yo estándar he pensado que pueden dar un poco de humor a los textos y hacerlos más divertidos (y ahorraros un montón de comentarios que me hago yo solo), además de poder usar algunas ventajas de la edición Web como son los colores, y permitirme abusar de uno de mis vicios como son los paréntesis (Si es que es más bueno el pobre)(El pobre idiota, dirás).
Así que sin más preámbulos os dejo hasta la próxima (Ya has hecho bastante por un día, hijo) en lo que es el resto de vuestra vida.